lunes, 11 de julio de 2011

CULTURA, MEZTIZAJE Y ESTADO.



¿Qué relación puede guardar la conquista y explotación indígena con el concepto de cultura?

Sin tener la connotación que hoy tiene, hacia el siglo 15, existía una identificación concreta de valores y costumbres, que connotaban una diferencia, de los pueblos de Europa, con el resto del mundo, una especie de sellos de identidad que además eran evidenciados en los espacios de intercambio comercial, en la guerra y en las artes en general. Estos, posteriormente serían objeto de imitación, debido a las influencias que esta actitud de rubricar, cualquier encuentro con otros grupos y razas. Esta identidad exacerbada se legitimaría en la pérdida de las identidades de los pueblos indígenas latinoamericanos, al igual que en las pérdidas de identidad de las culturas asiáticas y africanas. Así occidente, se convierte en el gran devastador, a nombre de una singularidad, siempre acompañada por la guerra y el despojo. Curiosamente, es Europa también, el inventor de la cultura, cuando tratando de elaborar un sistema de entender el mundo, diferente a la superstición y la religión, describe un sistema de pensamiento, que se llamaría positivismo y que serviría para la comprobación de la posesión de inteligencia, dignidad y derecho a la vida.

“…Posterior a toda conquista la cultura de los vencedores se torna hegemónica, al mismo tiempo que aquella detentada por los vencidos es devaluada o proscrita, de esta forma lo que fue obtenido por la fuerza de las armas y la barbarie, pasa a ser legitimado por motivos de civilización, y la historia aparece entonces como el triunfo de la razón sobre seres a los que hay que enseñar el trabajo, la fe y el respeto por los valores, valores que no pueden ser otros que los detentados por los triunfadores; a su vez, ser como los vencedores es la única oportunidad de un leve ascenso social y no contrariarlos es la posibilidad de evitar de nuevo el castigo o la confrontación…” (Módulo Asignatura perspectivas culturales. UNAD.)
De todas maneras, la gran tragedia de las culturas indígenas, no ha alcanzado todavía la dimensión real, debido a que intereses económicos de otras poblaciones colonizadas, han hecho aparecer el caso particular, como el más dramático y extremo, lo que ha ido dejando olvidados, no solo los sucesos latinoamericanos, sino los africanos. Se podría hablar que en el caso de los pueblos primitivos de sur américa, son las producciones foráneas en el cine, las que han hecho entender la trascendencia de un arrasamiento total de valores y tradiciones. En la cinta “Aguirre o la ira de Dios”, donde se cuenta la historia del militar Lope de Aguirre, sucede un hecho excepcional, como el que en la propia filmación de la obra cinematográfica, fue necesario el empleo de nativos, pertenecientes a la comunidad local, que deberían subir un barco por una montaña, para dejarlo rodar hacia el cauce de otro río. En esta escena hubo un accidente que cobró la vida de varios indígenas. 
“La misión”, cuenta los sucesos en un asentamiento jesuita en el sur del continente, el cual influye sobre el libre y natural desarrollo de las comunidades cercanas al Paraguay y a Brasil. Algunos de estos religiosos, deciden salir en defensa de las tribus del lugar, mostrando en el argumento y en las escenas, el mismo fenómeno de esclavismo que se dio en todo el territorio del continente. Así el costo del desangre en el robo de las materias primas, se suma la gran pérdida de las tradiciones. De esta manera, el concepto de cultura se centra en el dominio y son los actores sociales de la invasión, quienes determinan qué hace parte de su cultura del desarraigo y la expoliación y quienes no, de manera conveniente. Evidencias como la discusión que duró varios siglos en las cortes de España, debido a las denuncias de los religiosos, en el sentido que los indígenas, como bautizados, eran seres humanos, a lo que la corona, decidió hacer un debate en el vaticano, con el fin de dilatar la cruel situación, lo que le representó ganancias en los robos realizados a los recursos minerales y vegetales.
Dicho genocidio y violación sistemática de derechos, no ha sido olvidada ni superada, dado que el impacto cultural que no se refleja, está en la conciencia ciudadana, más cercana a los hechos, en las zonas de habitación de las minorías étnicas, que sistemáticamente se resisten a tomar parte en el avance de una sociedad unidireccional, que solo tiene en cuenta, sus concepciones sobre la vida y l trascendencia de las comunidades. 
 “…De hecho, las tensiones alrededor de cierto orden social y no otro son intensos, por cuanto ello significa figurativamente determinar quienes quedan más cerca o más lejos de los recursos, quienes arriba o quienes abajo, quienes merecen o no, quienes están más capacitados o no etc., lo cual se agrava cuando tales ordenamientos culturales intentan sobrepasar las fronteras nacionales…” (Módulo Asignatura perspectivas culturales. UNAD.)


¿Qué diferencias se pueden evidenciar entre el concepto de cultura construido desde la óptica europea y occidental y el construido en nuestro continente?
No existe una diferencia en cuanto a los elementos que constituyen el todo de la cultura, pero sí hay una concepción diferente, nacida de la propia génesis, como pueblos, influidos por medios diferentes. Cuando digo elementos constitutivos, hablo de la experiencia personal, que se refleja en lo grupal, que es compilado por personas preocupadas en la trascendencia, dando origen a la transmisión de este aprendizaje. Tanto en Europa, como en Africa, Asia y América, se cumplen las mismas etapas de consolidación del concepto. Lo que sí marca una diferencia, a veces abismal, en el inicio de la experiencia, es el estímulo de un medio geográfico. En el caso de nosotros, los métodos y rutas de poblamiento, determinaron condiciones mucho más favorables, que el caso de la Europa y Norte América. El hecho de que nuestros antepasados hayan podido ejercer la recolección por varios siglos, sin depender de factores como las estaciones y con ellas, la falta de vegetación, casi por medio año, la migración de las manadas de animales, el congelamiento de las fuentes hídricas y con él, la imposibilidad de sobrevivir de la pesca… Determina un acercamiento a un medio natural que de cierta manera hermanaba fácilmente al ser humano, con todas las demás manifestaciones. Por eso, toda la tradición oral, los jeroglíficos y la escasa producción de escritura, evidencian una inclusión en el sistema vital, una explicación mágica y lúdica de la relación con lo existente. Mientras que la relación inicial de los primitivos pueblos europeos, vino a proyectarse en el sistema de pensamiento griego, afectado por rigores como la necesidad de la sobrevivencia, a partir de la caza, forzando a un nomadismo constante, hasta el hallazgo de la agricultura, como punta de iceberg, de la cual se deriva el proceso de la arquitectura y el excedente de producción agrícola, que discrimina los niveles sociales. “…Este autor acude en el campo de la metodología a Foucault para indagar dichas categorías como “dominios del pensamiento y de la acción, analizando las características e interrelaciones entre los tres ejes que las definen: las formas de conocimiento que a él se refieren, a través de las cuales llega a existir y es elaborado en objetos, conceptos y teorías; el sistema de poder que regula su práctica y, las formas de subjetividad que son fomentadas por estos discursos. El conjunto de formas que se halla a lo largo de estos 3 ejes constituyen una formación discursiva, dando origen a un aparato eficiente que relaciona sistemáticamente las formas de conocimiento con las técnicas de poder” (p. .31)…” (Módulo Asignatura perspectivas culturales. UNAD.)
Sin embargo, hay otro factor que determinaría el tipo de mirada racional, individualista y competitiva, sobre la cultura, en Europa. La irrupción en la cultura romana del cristianismo, debido a su gran influencia judía. Es de tener en cuenta que las condiciones como se configuró la cultura judía, en medio del desierto, en constante disputa de los poquísimos recursos naturales con otras sociedades, determinó la implantación de valores de absoluta verticalidad por parte del patriarca sobre todas las cosas de la familia y del grupo social. Este patriarcalismo, se erigiría en condición de entendimiento y explicación de fenómenos, preservación de valores y principio normativo. Posteriormente la evangelización combinaría hábilmente el aspecto del mensaje cristiano, con la expansión cultural y económica, por medio de la estructura jerárquica de la iglesia de Roma. Sin  embargo, cuando el protestantismo se distancia de esta, se configura una especie de creencia, fincada en el trabajo y la acumulación de bienes materiales, como evidencia de una fe y a la vez comunión con el concepto de dios. Esto no es obstáculo, como si sucedió en el pensamiento católico, para que avanzara un pensamiento científico, crítico y funcional, que fueran cuales fueran sus hallazgos, siempre estarían enmarcados en esa fe, ligada a esa verticalidad del pensamiento judío, que desvirtúa, cualquier otro sistema de pensamiento, a expensas de la imposición y beneficio del propio. Por eso, gran parte de la historia de la humanidad, está escrita bajo ese parámetro de lo occidental, de tal suerte que no habiendo sido tomados como seres humanos, por las cruzadas, ni por la conquista y la colonia, ni por la evangelización, ni por el primer liberalismo económico, estratégicamente, siempre figuraríamos como “ausentes” en el espacio de la cultura.
“…Al final, la conquista aparece como un triunfo de la razón sobre el caos y se impone el olvido de todos los excesos que garantizaron el nuevo orden, orden que, recordando a Foucault, significa la perpetuación de las inequidades ganadas en el campo de batalla, investidas ahora de un halo de legitimidad debajo del cual se continúa haciendo sordamente la guerra, ya no como choque permanente de ejércitos, sino más bien como exclusión…” (Módulo Asignatura perspectivas culturales. UNAD.)
En La américa indígena y más tarde afrodescendiente, se daba otra relación, fundamentada en los valores de la feminidad, la capacidad de engendrar vida y la autoridad matriarcal. La generosidad del medio, fue disminuyendo, pero no logró enfrentar a las comunidades, de manera tan radical, como sí ocurrió en el período antiguo, en las eras griegas y romanas y posteriormente en el medioevo. Solo fue a la llegada de los españoles, que se suscitaron grandes enfrentamientos, que hasta hoy proyectan sus causas sin resolver. El pensamiento ajeno a la posesión de la tierra, logró que las artes y las ciencias, no fueran parte del gran mecanismo bélico, por lo que es hasta hoy, cuando se están devolviendo las miradas, anteriormente centradas en el caso europeo, al proceso cultural, social y científico de la actual Latinoamérica.  

¿Cómo entiende la cultura las diferentes escuelas de pensamiento social y cuál puede ser más pertinente para estudiar la cultura en nuestro contexto?

Podría hablarse de dos grandes escuelas de pensamiento. Una racional, positivista, occidental, judeo cristiana, heredera de los procesos que se derivaron del humanismo platónico y la obra de Emmanuel Kant. Dentro De estas figuran la teoría del conflicto, la teoría crítica, el postmodernismo, del funcionalismo, entre otras. Y otra derivada de esas mismas bases, pero con un ingrediente, cada vez más presente que es el sincretismo multi - racial. Dentro de ellas, están el post – colonialismo, (Raymond Williams, William Hoggart, Eduard P. Thompson y Stuart Hall (Fernández, 2003-2004: 94, Pajuelo, 2001 y Castro-Gómez, 1998). De igual manera, está la Escuela Latinoamericana de Pensamiento en Ciencia, Tecnología y Desarrollo, la corriente de pensamiento surgida en diversos países de América Latina entre 1950 y 1970 entre algunos tecnólogos y pensadores (J.A. Sábato, H. Jaguaribe, A. Herrera, J.P. Ferreira, Máximo Halty-Carrère, Carlos Martínez Vidal, Javier Urquidi, Francisco Sagasti, Miguel Wionzcek)
Tanto la escuela europea, como la latinoamericana, abordan los temas de pensamiento social, desde ópticas diferentes, teniendo en cuenta el despertar de una nueva conciencia europea, hacia el efecto que sus propias colonizaciones, han provocado sobre los pueblos y comunidades suramericanas. De hecho, gracias al trabajo de científicos sociales, ha despertado en la ciudadanía europea, un sentido de responsabilidad que se traduce en acciones de tipo jurídico, de exigibilidad de derechos, ante la corte penal internacional de La Haya. También en los planes de la cooperación internacional, con apoyo a proyectos de desarrollo sostenible y participación ciudadana, en comunidades deprimidas. Esto ha causado escozor en los gobiernos más derechistas de la región, llegando incluso a tildar esta conciencia, como terrorismo, según el caso del gobierno de Alvaro Uribe Vélez, en Colombia. “…¿Las relaciones entre sociedades y culturas se cumplen principalmente según el modo del enfrentamiento? ¿Son reductibles a las relaciones entre Estados? Si se quiere abordar hoy de manera pertinente, realista y creíble las cuestiones culturales como factores de cooperación y paz, no se pueden ignorar estas preguntas que incomodan….” ( Tardif Jean. Identidades culturales y desafíos geoculturales.)

¿Qué relaciones existen entre los conceptos de cultura, identidad y territorio?

Suele hablarse de los tres conceptos, pensando en una cultura lejana a nuestros días, pero mirando más de cerca, nuestro propio caso como latinoamericanos, podemos definir la cultura, como la serie de valores, prácticas, contradicciones, esperanzas, tensiones, tradiciones y renovaciones, que son fruto de nuestro diario convivir. Decía Eduardo Galeano que la cultura, cuando está viva se contradice y es ese el papel de los trabajadores de la cultura, como docentes, artistas y agentes de procesos sociales. En nuestra cultura se dan posiciones desde el purismo que entiende que la cultura es un bien heredado y que al igual de un inmueble, es necesario retocar, pero no variar y además condenar a quienes intenten hacerlo. Se habla de la pureza cultural y de la “no contaminación” de ella. Existen también posiciones intermedias, que reconocen algunos elementos que pueden asociarse con otras manifestaciones, sin poner en riesgo principios no negociables como la dignidad humana. Y finalmente una posición de riesgo total, en el que por los medios masivos de comunicación, no solo se ignora sino que se muestran en inferioridad de condiciones, las prácticas y valores de la cultura nativa. Discursos como la globalización hablan de una cultura única, en la cual una especie de hermandad comercial, retira todas las fronteras de los nacionalismos… “…exigencias de la lógica de las identidades y las de la lógica del mercado:
·         apertura controlada;
·         multifuncionalidad (como es el caso de la agricultura, por ejemplo);
·         precaución (caso de la salud, el medio ambiente);
·         responsabilidad (de todos los actores, y no sólo del Estado);
·         reciprocidad, un principio que traduce la especificidad de la esfera cultural. No todos los países tienen petróleo, pero toda sociedad tiene una cultura que asegura su cohesión y su capacidad de interacción con el exterior. En el caso de las interacciones entre las culturas, el principio de reciprocidad mínima es una condición indisociable de la apertura controlada…” ( Tardif Jean. Identidades culturales y desafíos geoculturales.)
La identidad se sitúa como los elementos que caracterizan, lo que en resumen pertenece a un sistema de socialización. A diferencia de la cultura, la identidad está definida, es un espacio determinado por aspectos reconocibles, por lo que la cultura está más a expensas de modificaciones. La identidad está definida por la cultura, mientras que la cultura se modifique, la identidad variará hacia ese mismo sentido. La cultura está viva porque la construyen los actores sociales, en sus intercambios de todo tipo. La identidad, en cambio es un valor abstracto que recoge, para definir, los aspectos constituyentes de una cultura.
El territorio delimita la acción del conglomerado humano, es el espacio físico que con variantes como el clima, el paisaje, las relaciones entre diversas manifestaciones de vida, da vida a la cultura y su identidad. La cultura “paisa”, diferencia de la “caribe”, se identifica geográficamente por la montaña, mientras que es el mar, el que de denota la identidad Caribe. El territorio condiciona comportamientos, regímenes alimentarios y adopción de modos de vivienda y relación interpersonal. Un fenómeno reciente, que denota la importancia del territorio, es la ley de víctimas del desplazamiento y los grupos armados. En este momento, el valor  de los territorios despojados, tiene un sentido político, debido al gran compromiso que en estas acciones tuvo el gobierno saliente, mientras que para los “nuevos dueños”, el territorio tiene un valor comercial, por ser la base de una expansión comercial en los cultivos como la palma, para la producción de bio – combustibles. Así, cultura, identidad y territorio, constituyen una triada sobre la cual gira toda la construcción ciudadana, pero cada cual cumple un rol desde su diferencia.  
 ¿Cómo se articulan estos conceptos en el contexto social colombiano?

Los conceptos de cultura, identidad y territorio, se articulan a la realidad colombiana, en los últimos veinte años, en los cuales, el factor de los cultivos ilícitos, entró a jugar parte, como detonante de la tradicional disputa por el poder, entre dos bandos.  Solo apenas hacia la década de los 70s del siglo pasado, se había roto la hegemonía bipartidista del frente nacional, con el ingreso de una tercera fuerza, que procedía de los partidos y movimientos excluidos por liberales y conservadores. La izquierda, demostró no solo tener razones políticas de peso, sino ser necesaria, debido al desgaste de los partidos tradicionalmente gobiernistas. Sin embargo, la reacción de esta tradicional fuerza, se centra en la parte rural, eliminando todas las manifestaciones de esta nueva alternativa política. En este sentido, la cultura juega un papel importantísimo, por cuanto al amparo de una concepción cultural de tradiciones, de identidades heredadas como “buenas costumbres” y de representaciones sociológicas  del territorio, se plantea una declaratoria de exterminio para aquellas personas que no “respeten” ese orden instituido y naturalizado como único. Como se planteaba al principio, la irrupción del narcotráfico, coloca en ventaja a quien tiene el manejo de la producción y la comercialización de las sustancias sicoactivas. A todas luces, un elemento nuevo que rompe todas las consideraciones sobre cultura. “…Quien dice cultura dice apertura. Pero en materia de cultura, ¿la apertura puede estar disociada de una reciprocidad mínima efectiva? La igual dignidad de las culturas sería un principio vano si no se lograra inventar las condiciones de interacciones verdaderas entre ellas, teniendo en cuenta al mismo tiempo el peso adquirido por el «capitalismo cultural»(21) en sus desarrollos recientes…” ( Tardif Jean. Identidades culturales y desafíos geoculturales.)
El papel tradicional del estado, en cuanto a la salvaguarda de los derechos ciudadanos, se ve interrumpido, debido a que el propio negocio, permea todas las esferas públicas, polarizando su acción, entre un bando, responsable de su papel de control y el otro, al servicio de los intereses particulares, de poderosas narco – organizaciones. Y como fruto de la disputa de los territorios, surge la fuerza paramilitar que desplaza al 30% de la población rural, siembra el terror con acciones de tortura y barbarie, que le hacen posible apoderarse de cientos de miles de hectáreas.
Es muy posible, que dentro de la concepción o estrategia política y algunas veces militar, cada grupo en contienda tenga unas acepciones bien diferentes acerca del término cultura, identidad y territorio y en ello radica la gravedad del conflicto, que también posee ribetes de tipo internacional, ya que no parece haber un principio de acuerdo, sobre algún aspecto de lo cultural. “…Según Malinowski, el evolucionismo mantiene su vigencia en aspectos como el de los orígenes retomado de la tradición darwinista, constituyendo una línea fértil de trabajo, donde “la interpretación de los orígenes no son sino la naturaleza esencial de una institución como el matrimonio o la familia, la nación, el estado, la congregación religiosa o la organización de la brujería,..., así mismo el concepto de etapa permanece tan válido como en sus orígenes,..., en definitiva ciertas formas preceden a otras”…” (Módulo Asignatura perspectivas culturales. UNAD.)

Bibliografía.
 Tardif Jean. Identidades culturales y desafíos geoculturales.
Módulo Asignatura perspectivas culturales. UNAD.


Orlando Martínez Triana
Mayo de 2011.

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